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Comprar seguidores para tus perfiles NO es acertado. Me propongo darte los argumentos que necesitas saber. Al difundir el conocimiento de la marca en Instagram, Twitter o Facebook, puede parecer tentador acelerar en lo posible las acciones para expandir tu audiencia, y en ese ánimo nos planteemos la ‘compra’ de seguidores de Instagram, por ejemplo.

1,000 seguidores parece una buena oferta por el precio de un café con leche de Starbucks. Pero, si fuera así de barato y fácil, todo el mundo lo estaría haciendo nos recuerda HubSpot.

¿Dónde está el truco? Más importante incluso: ¿merece la pena? 

Si compras seguidores, solo compras apariencia. Serán bots, no personas reales. Se notará en la interacción de tus publicaciones y los potenciales clientes reales sabrán que tu apariencia está falseada. ¿Es eso conveniente? Clic para tuitear

Por qué no comprar seguidores

La razón principal por la que comprar seguidores de Instagram puede resultar una inversión no ya estéril, sino perniciosa, es porque las cuentas que sigues a menudo no son reales: son bots o cuentas inactivas ¿Quieres eso? ¿En serio? Vamos a pensarlo despacio:

Supón que tienes una residencia de personas mayores en Cuenca. Compras 5000 seguidores, para que vean que eres toda una celebridad, y de repente tu lista de seguidores se llena de jóvenes, exuberantes modelos caucásicas con domicilio a orillas del Dniéper: no parece muy creíble que a todas las modelos ucranianas que buscan novio les haya parecido —al mismo tiempo— irresistible la misma residencia conquense ¿no crees?

Comprar seguidores: se te notará.

Vale, sabemos que esos 5.000 seguidores no tienen una función de interacción con el contenido. Sabemos que no son seguidores adquiridos para que sean los clientes del mañana: su función es cosmética. Queremos que cuando pasen por el perfil, los clientes que sí podrían comprarnos, se formen una buena opinión de nuestro negocio viendo que tenemos miles de seguidores. 

Déjame decirte que se formarán de todo, menos una buena opinión de tu negocio. Se nota que son clientes falsos, es decir, que TÚ Y TU MARCA ESTÁIS FALSEANDO la apariencia. Y en el colmo del patetismo, no tienen que husmear en tu lista de seguidores: les bastará con mirar tus publicaciones:

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Cuando una cuenta con 15.000 seguidores falsos hace una publicación y obtiene 3 Me Gusta y otra con 200 seguidores —de la competencia— hace una publicación y obtiene 11 Me Gusta, estás hundido. Apesta a seguidores falsos. 

Entonces ¿por qué la gente cae en este error?

Comprar seguidores

Métricas de Vanidad

Una métrica es una cifra que aporta valor a tu negocio. Es decir, es una medida que te permite decidir de la mejor manera, la estrategia de tu negocio.

Por ejemplo, una métrica interesante sería: 

  • Tengo 1000 seguidores
  • 789 son mujeres

Esa métrica es importante —no los mil seguidores, sino el predominio femenino— porque me dice que debo apostar por un contenido con el que se identifiquen más las mujeres, dado que son mis potenciales prospectos mayoritariamente. 

Una métrica que no me aporta información estratégica es lo que en marketing digital llamamos una métrica de vanidad: postureo. Las métricas de vanidad son métricas cuyo propósito es verte bien ante los demás, pero que no ayudan a comprender el propio negocio de una forma que sirva a la estrategia.

Apuesta por indicadores clave de negocio KPIs no por métricas de vanidad.

Caso práctico

Supón que tienes una empresa que comercializa ropa outlet. Debes decidir si colocar en portada chaquetas de hombre o de mujer. De esa primera imagen depende que la gente abandone la web sin comprar o se interese por lo que ve. Es una decisión crítica.

Sondeas a tu equipo para que te den una visión estratégica. Los asistentes a la reunión te dicen:

  • Tenemos 1000 visitas en la web.
  • Hemos comprado 5000 seguidores en Instagram. 
  • El 82% de las personas que entraron en nuestra web son mujeres y el 78% de las personas que nos siguen en Instagram y dieron Me Gusta a nuestras publicaciones son mujeres. 

¿Qué información te ha aportado más valor? ¿Cuál te sirve para tomar una decisión y cuál no?

A partir de aquí: tú mismo.

 

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