El criterio de búsqueda —estrés y abogados— genera unos 583.000 resultados en Google. Es evidente que es una profesión que genera mucha ansiedad. Ante este dilema, surgen muchas preguntas ¿Por qué sucede? ¿Qué factores influyen? ¿Cómo afecta al profesional a nivel laboral y humano? ¿Cómo aliviar ese estrés? y otras muchas más…
La entrada del abogado en el mercado libre, ha abierto la profesión a una competencia nunca antes conocida. Ya no vale con situar una placa en el portal y esperar a que los clientes lleguen. Ahora hay que competir venta a venta. Cliente a cliente. Y eso, genera estrés (en cualquier profesión). En 2012, una encuesta llevada a cabo por LawCare sobre la profesión del abogado, reveló que en el último año más del 50% de la profesión decía haberse sentido preocupantemente estresados, y el 19% devino en depresión clínica. En la mayoría de casos, la presión de los años de la recesión económica en los despachos creció para competir ferozmente con los demás despachos. En 2013, la Law Society entrevistó a 2.226 abogados acerca del estrés en el trabajo y, sorprendentemente, más del 95% dijo que su estrés era extremo o severo. Preocupantemente, en 2014, el 36 por ciento de las llamadas a LawCare provenían de abogados con menos de cinco años de ejercicio, lo que indica que el futuro de la profesión ya está amenazado de estrés antes de llegar a los niveles más altos. Esto habla claro de la necesidad de una reconversión hacia un letrado con una vida más conciliada. Como relata el abogado Daniel Lukasik «He sido abogado durante más de 22 años […] A lo largo de mi carrera he tenido problemas manejando el estrés en mi actividad. Frecuentemente ese estrés se traduce en ansiedad. Empiezas a sentir que no puedes controlarlo todo.» Lo cierto es que este patrón que describe el testimonio de Daniel, es común a muchos letrados. Reunirse con los clientes, escucharles, estudiar cada caso, prepararlo, elaborar la estrategia, reuniones con la otra parte, negociaciones, celebración de juicios… la labor de un abogado es extensa y sin embargo, no puede escapar de la dinámica normal de un mercado: ¿Quién pagará las facturas cuando todos los casos vivos vayan llegando a resolverse? ¿De dónde sacamos tiempo para buscar nuevos clientes? ¿Sabemos cómo hacerlo? El abogado ya no es un profesional que ejerce una profesión. Ahora también es un empresario jurídico que debe vender su producto/servicio.
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ESTRÉS Y ABOGADOS: EVIDENCIAS CIENTÍFICAS
El doctor Robert Sapolsky, experto en enfermedades causadas por el estrés y autor del Best Seller —Por qué las cebras no sufren úlceras— afirma que alrededor del 20% de la población experimentará desórdenes de tipo ansioso al menos una vez en la vida. Para el caso de los abogados, el valor promedio sube a más de dos veces. Si tomamos su afirmación, podemos decir que los abogados experimentan una ansiedad o estrés que dobla la media de la población.
FACTORES QUE CAUSAN ESE ÍNDICE DE ESTRÉS
Tomemos en consideración la propia naturaleza de la abogacía. Tus clientes se enfrentan a cuestiones de gran alcance. En una panadería no pasa. Un cliente en una panadería, a lo más, llega tarde y ya no hay pan. Dependiendo del hambre, será más o menos molesto, pero poco más. El cliente de un abogado puede, desde tener que abonar un dineral, a perder la custodia de sus hijos, quedarse sin casa o ir a la cárcel. Se juega más ¿verdad? Por tanto la presión y la responsabilidad que siente el abogado es bastante alta, como cabe esperar. Esa presión siempre va a estar ahí siendo parte de esta profesión.
Otro factor diferente es el volumen de trabajo que ha de absorber. Pensemos en el pequeño despacho, incluso el unipersonal. El mismo letrado tiene que hacerlo absolutamente todo. Lidiar con los clientes, atender los procesos, seguir cada caso, reportes telefónicos que no están pagados ni con todo el oro del mundo, caprichos de este juez, nervios de aquel cliente… y en medio de eso trata de hacer su trabajo y hacerlo bien.
Esta persona súper ocupada, tiene además que buscar clientes, porque está en un mercado competido y si se queda sin clientes adiós despacho, adiós abogacía, casa, coche… Esto vuelca una tarea más sobre el letrado y le mete más presión a su día. Pero es que es ineludible. No hay otra. Nuestra cultura del éxito, hace parecer que es mejor aquel que está permanentemente ocupado, constantemente bajo presión… lo confundimos con una —capacidad de trabajo— extraordinaria cuando lo que está es aportando mucho tiempo de baja productividad. Por tanto, el abogado tiene que hacer frente hoy día a dos requisitos indispensables:
- Vender sus servicios a nuevos clientes
- Producir un trabajo de calidad en el desarrollo de su profesión.
Dado que ambos (A y B) requieren tiempo de una misma persona, más A significa menos tiempo para B y viceversa.
La solución, cuando no se tiene un volumen de facturación como para tener de forma interna en el despacho un responsable comercial y/o de marketing habrá que buscarla en agencias especializadas en marketing jurídico. Profesionales que de forma externa (ahorro de nóminas, ahorro de espacios e infraestructuras, sin vacaciones, se ocupan de su formación…) asisten al despacho y lo ponen en el horizonte de nuevos clientes mientras que el letrado se dedica a brindar un servicio cada vez más bueno a nivel legal y jurídico. Delegar en agencias especialistas es la opción por la que cada vez más letrados autónomos y pequeños y medianos despachos optan para:
- Llevar a término la tarea comercial del despacho
- Ocupar profesionalmente una tarea en la que ellos mismos no son especialistas
- Ahorrar costes comparados con contratar gente en plantilla.
- Dedicar todo el tiempo al propio ejercicio del derecho y aliviar el estrés de la actividad comercial sumada a la propia.
- Beneficiarse de ideas externas al despacho, nuevos puntos de vista.
COMBATIR EL ESTRÉS ES UNA MEDIDA DE AHORRO PARA EL DESPACHO
Hay despachos que pagan nóminas a empleados que están de baja por ansiedad, depresión… precipitados todos ellos por un cuadro de estrés severo continuado. Pensemos: en 2012 en España, 1 de cada 4 bajas laborales se tomaban a causa del estrés. Esta cifra la confirmaba en 2015 un informe de la UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DE VALENCIA llevado a cabo por la doctora y experta en Psicología Ester Grau que añadía además que el 30% de los trabajadores de la Unión Europea padecen estrés, lo que constituía ya el cuarto problema de salud relacionado con el trabajo por orden de frecuencia entre los europeos.
Si hablamos de un sector (la abogacía) que como hemos visto posee una tasa de estrés que dobla el promedio ¿cuántos despachos pierden dinero por tener trabajadores sobrecargados? ¿No es más barato contratar un asesor de marketing para llevar las ventas, redes sociales, prensa, blog… y dejar que el abogado junior crezca profesionalmente trabajando en los casos que lleva el gabinete en vez de pedirle todo a él hasta que rompe y se da de baja? Por favor, reflexionemos. Son personas.
CULTURA DE LA TAREA ANTES QUE DEL HORARIO
Como ya hemos visto, si lo comercial y puramente de marketing requiere tiempo al letrado y lo sobrecarga, se puede delegar en gente que además sabe más que él de esa materia. Pero ¿y el resto? ¿qué más se puede hacer? En este sentido, creo que la abogacía debe tornar hacia una cultura de la tarea y no del HORARIO. En la cultura de la presencia, usted tiene que estar en su puesto de trabajo a primerísima hora y no abandonarlo ni un minuto antes y solo cuando no haya nada en curso. Es una forma de decirle al trabajador —Si no te veo, no estás trabajando—. La cultura de la tarea exige que las cosas estén hechas cuando se necesita, en tiempo y forma.
Si se te hace muy tarde en el despacho, o tienes que recoger a los niños de la guarde, puedes ir a por ellos, llevarte el portátil y mandar el trabajo final desde casa a la hora que quieras, con tal de que esté hecho cuando hay que tenerlo. El resultado es más flexibilidad, un abogado más dueño de su tiempo, que si un día necesita recoger a sus hijos a las 14.00 horas y tiene libre de 20.00 a 21.00 h en casa, pueda hacer ese ajuste, trabajar sin preocuparse por quién recogerá a sus pequeños, estará tranquilo, feliz y positivo y a las 21.00 se sentirá feliz de haber podido entregar perfecto su trabajo, atender a su familia etc.
Este formato viene muy bien a este sector. Se pasan muchas horas ante el teléfono, documentos, ordenador… y esas horas no tienen por qué transcurrir en el despacho necesariamente. Sin embargo, no es todavía una corriente que se esté imponiendo. Hay recelo al cambio en la vieja guardia. Es normal. Entre los nuevos, debemos implementar esta forma de trabajo: si un abogado se va a casa media jornada todas las semanas, o trabaja cinco horas todas las semanas desde casa para a cambio entrar un poco después todos los días y evitar el atasco, tenemos un trabajador contento con el despacho, una persona feliz capaz de rendir más y una persona menos tirando del aire acondicionado, la cafetera…
Cambiar de mentalidad y delegar aquellas tareas que te superan te reportarán un despacho que vende más, a clientes nuevos, y que ofrece un mejor servicio a todos por medio de un abogado más descansado, dedicado a su tarea sin distracciones comerciales y feliz.
Álvaro Sánchez Oliveros | Asesor de Marketing y Comunicación para despachos jurídicos