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¿Debería tener logotipo en mi empresa? Te haré una pregunta paralela: ¿debería vestirme para salir a la calle? ¿debería ponerme ropa limpia o salir en pijama? ¿debería lavarme la cara y los dientes antes de ir a ver a un cliente?

Tener logotipo no es una simple cuestión cosmética. Tener logotipo también es una cuestión de identidad. Muchas empresas escuchan una voz interna —no lo hagas, es un gasto innecesario—. Como resultado, se muestran al cliente sin identidad. A lo sumo, con el nombre comercial escrito en Word por todo membrete.

Tener logotipo es invertir en ti mismo

Tener logotipo puede costar de 80-100€. Es una inversión que no tienes que hacer obligatoriamente —no tocará a tu puerta la fiscalía del logotipo para llevarte preso— pero que debes hacer. Déjame darte algunas razones. Pero antes dejemos claro que es un logotipo. 

En su carácter más primario, un logotipo es evocación. Es un acto de comunicación. La idea central es que no podemos no comunicar. La empresa que decide no comunicar, está mandando alto y claro un mensaje: no le importa cuidar/controlar la imagen que se tiene de ella. 

¿Eres el primero en creer en tu negocio?

¿Crees en tu negocio? ¿Crees que eres bueno en lo que haces? ¿Crees que merece la pena comprarte? Si tú mismo/a no invertes en ti, es percibido desde fuera como falta de autoconfianza —ni ellos mismos invierten en ellos, por qué iba a hacerlo yo— pensará tu cliente.

No tener logotipo, se percibe por el cliente como descuido. Visto al revés, una empresa que tiene un bonito logo —máxime cuando muchos lo consideran como un gasto superfluo— crea la sensación de cuidar el detalle, de hilar fino… y esa condición, el cliente la puede asociar al servicio. Supón un despacho legal que tiene un logotipo bonito, estético, formal, bien cuidado… El cliente probablemente asumirá que ese abogado cuida el aspecto formal, el detalle, la precisión… en el resto de parcelas de su negocio, lo cual implica, en la defensa de sus intereses legales. 

Compramos por emoción

El proceso de compra es racional, la compra es emocional. A la hora de comprar, vamos a tomar la decisión por aspectos emocionales. El logo trabaja ahí. A dos ofertas idénticas, a dos modelos similares… nos vamos a decantar por el comercial que fue más simpático, por la que tiene un diseño más cool, por la que nos hace sentir más especiales… La compra es emocional. Siempre.

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No estamos solos

Existe una cosa que se llama competencia. Vive dentro de otra que se llama mercado. Tu empresa también está ahí. Ese mercado tiene ciertas implicaciones, la más importante: que tus posibles clientes, cuando necesitan y buscan un servicio/producto como el que tú ofreces, no solo te van a preguntar a ti. Van a hablar con cinco empresas más como la tuya. Buscan la oferta que más le satisfaga. No solo económica. Es un concepto global. 

A igual precio/rendimiento, la elección depende de otras impresiones. Supongamos que Carpintería A y Carpintería B me cobran exactamente lo mismo por la misma puerta de madera para cerrar mi buhardilla a la escalera.

A, me entrega el precio en un papel en Word. Arriba pone Carpinteria A y abajo el precio. Cuesta distinguirlo de los deberes de mi hija. B me entrega un papel corporativo con un logotipo arriba, moderno, bien diseñado. La proforma viene con una esmerada tabla de diseño, aclaraciones, formas de pago… donde veo el precio. Es lo mismo, pero uno causa mejor impresión que otro. No tengo referencias previas de ninguno. Me quedo con B. Me da la impresión de que ese mimo por el detalle que aprecio, puede extrapolarse a mi puerta. Ok, es la misma puerta, pero prejuzgo que B revisará que no haya luz en el sellado del marco a la pared, que las bisagras estén perfectamente engrasadas, que el picaporte quede bien ajustado, que la puerta cierre con un suave resbalón… 

¿Por qué asumiré todo eso? Porque si la empresa no ha escatimado en un gasto aparentemente prescindible como tener un buen logotipo, cuanto menos no prescindirá del detalle para dejar contento a sus clientes. 

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